Entonces fue como si el
tiempo se parase y el alma del mundo surgiese con toda su fuerza ante él.
Cuando vio sus ojos negros, sus labios indecisos entre una sonrisa y el
silencio, entendió la parte mas importante y mas sabia del lenguaje que todo el
mundo hablaba y que todas las personas de la tierra eran capaces de entender en
sus corazones. Y esto se llamaba amor, algo mas antiguo que los hombres y que
el propio desierto, y que sin embargo resurge siempre con la misma fuerza donde
quiera que dos pares de ojos se cruzaran como se cruzaron los de ellos.
Los
labios finalmente decidieron ofrecer una sonrisa, y aquello era una señal, la
señal que esperó sin saberlo durante tanto tiempo en su vida, que había buscado
en la música y en los libros, en los cristales y en el silencio del desierto.
Allí estaba el puro
lenguaje del mundo, sin explicaciones, porque el Universo no necesitaba
explicaciones para continuar su camino en el espacio sin fin. Todo lo que el
muchacho entendía en aquel momento era que estaba delante de la mujer de su
vida, y sin ninguna necesidad de palabras, ella debía saberlo también. Estaba
mas seguro de esto que de cualquier cosa en el mundo, aunque sus padres, y los
padres de sus padres, dijeran que era necesario salir, simpatizar, prometerse,
conocer bien a la persona y tener dinero antes de casarse. Los que decían esto
quizá jamás hubiesen conocido el Lenguaje Universal, porque cuando nos
sumergimos en él, es fácil entender que siempre existe en el mundo una persona
que espera a otra, ya sea en medio del desierto o en medio de una gran ciudad.
Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y
todo el futuro pierden su importancia por completo, y sólo existe aquel momento
y aquella certeza increíble de que todas las cosas bajo el Sol, fueron escritas
por la misma mano. La mano que despierta el Amor, y que hizo un alma gemela
para cada persona que trabaja, descansa y busca tesoros bajo el Sol. Porque sin
esto no habría ningún sentido para los sueños de la raza humana.
- Hace mucho tiempo que
estuve aquí esperándote. Desde que era pequeña soñaba con que el Viento me
traería el mejor regalo de mi vida y ese regalo eres tú.
- Tú me hablaste de tus
sueños, me hablaste de las señales. Ya no tengo miedo de nada, porque fueron
estas señales las que te trajeron a mí. Y yo soy parte de tu sueño, de tu
leyenda personal. Por eso quiero que sigas la dirección que viniste a buscar,
si tienes que partir hazlo hacia la dirección de tu leyenda. Las dunas cambian
con el viento, pero el desierto sigue siendo el mismo, así pasará con nuestro
amor. Si yo soy parte de tu leyenda, volverás algún día., porque el amor exige
estar junto a la persona amada y cuando se ama las cosas adquieren mayor
sentido.
- Te amo porque…
- No digas nada. Se ama
porque se ama. No hay ninguna razón para amar.
- Pero yo te amo porque
tuve un sueño, fui atravesando momentos complicados y te amo porque el Universo
conspiraba para que llegara a ti.
- Antes miraba al mar con
deseo, ahora lo miraré con esperanza.
El Alquimista, Paulo Coehlo
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